El reciclaje de chatarra es pues una actividad de recuperación y restauración de residuos metales, a partir de la cual se obtienen beneficios como el ahorro de inversión monetaria y el descenso en la expulsión de CO2 a la atmósfera.
En España, cada día se afianza el respeto y la conciencia por recuperar nuestro planeta mediante la implementación de diversos hábitos que, a la larga, se traducirán en un menor consumo energético y en la disminución de emisiones contaminantes.
De manera que, en nuestro territorio, se reconoce el crecimiento del sector de reciclaje de chatarra como una alternativa de producción de materia prima que promueve dicho interés común.
Se estiman al menos 5.000 empresas españolas recuperadoras de chatarra que están reciclando metales férricos y no férricos, permitiendo al resto de productores tener al alcance cantidades de materia prima ilimitada, sin alterar de ninguna forma las propiedades de la misma.
Dichas empresas llevan a cabo un proceso de recolección, clasificación y tratado de los residuos metálicos donde se aprovecha al máximo la obtención de componentes como el cobre, el zinc, el aluminio y el níquel para la fabricación de nuevos artículos.
En resumen, el reciclaje de chatarra puede dividirse en las siguientes fases:
Hemos mencionado que, a través del reciclaje de chatarra es posible obtener una cantidad ilimitada de materia prima, apta para la elaboración de nuevos artículos de calidad. Pero, ¿cuáles son las posibilidades al reciclar metales?
Todo el proceso de recuperación de metal da como resultado elementos como el hierro, con el cual pueden fabricarse protecciones para ventanas; asimismo, el acero inoxidable cuenta con un amplio alcance en su forma reciclada y puede volver a utilizarse, por ejemplo, en utensilios de cocina.
De igual manera, restaurar chatarra da cabida para conseguir cobre, aluminio o bronce y, a partir de ellos, fabricar elementos electrónicos, latas e incluso joyas.
El reciclaje de chatarra gana un puesto importante en muchos países a nivel mundial gracias a su funcionamiento en consonancia con la sostenibilidad; pues sabemos que la economía del futuro planea regirse en torno a una mejor gestión de los residuos emitidos por la población.
Al mismo tiempo que se aprovechan las toneladas de desechos (y se reduce el impacto de la contaminación), se están implementando procesos alternativos que significan un menor consumo eléctrico por parte de las empresas de manufactura y una disminución en la expulsión masiva de dióxido de carbono por parte de las mismas.
No se puede ignorar el impacto ambiental tan positivo que se logra mediante esta actividad; pues, si bien no es la solución a todos los problemas, está ganando terreno como una opción altamente sustentable. Por no hablar de que estamos frente a un sector en crecimiento que está dando trabajo al menos a 33.000 españoles en medio de tanta crisis.
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